Lesath fue la primogénita de Ersa, la gorgona reina del clan de gorgonas guerreras. Como todas, su infancia fue muy dura e intensa, pues eran entrenadas para ser tan letales como su propia especie mitológica dictaba.  Así, su educación fue diestra y estricta, al menos hasta que llegó la desgracia a su vida, y con ella una revolución interna de cuatro días y tres noches que llegó a su fin con la muerte de la reina Ersa y la extinción casi al completo del clan. El día negro se tiñó del escarlata de aquella sangre derramada por todas las gorgonas guerreras y malditas que habían decidido luchar por su reina. Todas a excepción de Lesath y su hermana pequeña, Shaula, a quienes Deina y su amante Amis decidieron mantener con vida como sinónimo de humillación y de derrota al apellido y linaje Hickling. A sabiendas del poder que una gorgona tenía por sí misma y el renombre que aquellas dos huérfanas ostentaban a sus espaldas, Deina y Amis identificaron a las Hickling como un peligro y obstáculo para hacerse con el liderazgo de sus tierras y tesoros e idearon un plan que llevó tiempo y estrategia a partes iguales y que acabó en favor de la ávara de Deina, hermana pequeña de la recién asesinada reina Ersa y tía de Lesath y Shaula. 

Deina vendió a sus propias sobrinas al proxeneta de Amis. Un vampiro purista de poder superior y rango supremo que pronto cambió el nombre de las pequeñas y las usó a su favor como herramienta para ganar dinero. 

La recién bautizada Aura era inocente, e ingenua. Una pequeña chica triste y llena de dolor con ilusiones que se vieron rotas en mil pedazos cuando Amis comenzó a prepararla y a educarla en el único propósito que el de servirle. La hizo su esclava, abusando de la pequeña cada vez que se negaba o no respondía por el nombre de Aura. Nombre que tardó años en aceptar como propio.

Su infierno no había hecho más que empezar, pues aunque se hubiera acostumbrado a servir a aquel hombre, pronto comenzó a formar parte del burdel al servicio de Amis. Mas no era un burdel cualquiera; aquello se asemejaba más a un matadero de personas lascivas y desesperadas; una trampa para ratones, pues todas las personas veían su muerte al final del espectáculo y acababan convirtiéndose en la comida del insaciable Amis. Y aquello, era un atentado en contra de su dignidad y de sus principios, al menos hasta que cometió su primer asesinato, el cual le gustó más de lo esperado. Allí aprendió a neutralizar toda emoción y dolor humano. Su tía y Amis forjaron en ella su verdadera personalidad y sacaron lo peor (y lo mejor) de sus habilidades sobrenaturales; más letal que cualquiera, peligrosa como  nadie.

Era un monstruo, uno peligroso con intenciones ocultas que había encontrado un soplo de aire fresco entre tanto caos, jugando con sus clientes. Los seducía, los paralizaba, bailaba para ellos y... se marchaba para repetir la operación. Era buena en lo suyo, una bailarina exótica extraordinaria y aclamada por su belleza por la mayoría. Su fama le precedía y sus mortales curvas la acompañaban en los estragos cometidos. Año tras año y siglo tras siglo Aura acababa con la vida de los que pedían sus servicios y le entregaba los cadáveres a Amis, fingiendo devoción por él.

Así, con una minuciosa paciencia y un infalible plan, Aura acabó ganándose la confianza de su dueño y el respeto de su tía Deina, una confianza que anteriormente le había robado la libertad y que ahora, se la iba a devolver. Engañó a Amis inyectando su veneno (carente de olor o sabor) en un cadáver aún fresco, paralizándolo y después, siguiendo religiosamente el hábito establecido años atrás, lo mató. Seguidamente enfrentó a su tía y, aunque fue una grotesca pelea que casi resultó en su propia muerte, Aura consiguió asesinar a Deina y con ello vengar a su madre y a su clan. 

Sin embargo, su liberación y venganza no dieron alegría ni satisfacción a la gorgona. Por el contrario, en aquella guerra interna con Amis y su tía Deina, su hermana había muerto quemada, quédandose Aura sola ante el mundo. 

Lo primero que hizo después de llorar a las cenizas de su hermana, fue sacar de allí a todas las bailarinas exóticas bajo el servicio de Amis. Después pegó fuego al local y huyó lo más lejos posible. 

Viajó por todos los países, aprendiendo un poco de cada uno de ellos, disfrutando de su libertad y ganándose la vida como ladrona, estafadora y cazarrecompensas. Lugar en el que pronto logró el reconocido y famoso sobrenombre de 'El aguijón', como referencia a su verdadero nombre.

En uno de sus viajes conoció a Candace, una muchacha que era todo lo contrario a sí misma. Aunque al principio rehusaba cualquier tipo de enlace con ella, acabó viendo en su figura el vacío que su hermana había dejado en su alma consumida, por lo que irremediablemente se atribuyó el deber de cuidar y proteger a su mejor amiga, por lo menos hasta que murió asesinada a manos de Niccolo Barone. 

Viéndose sola y consumida por la tristeza que una vez más protagonizaba su vida, Aura se cerró por completo y consideró aquella vez la última que lloraría por alguien. Buscó a Niccolo Barone y, sin mucho esfuerzo, le dio fin a su vida. Si ella no podía disfrutarla, menos lo haría el causante de su desgracia y todo el que estuviera relacionado con él.  

A pesar de todo y por mucho que Aura hubiera conseguido librarse de su prisión, ya era demasiado tarde para salvar su alma. y sobre todo para liberarse de sí misma. Al fin y al cabo la había educado el desalmado de Amis y la ambiciosa de su tía, por lo que Aura era todo lo que ellos habían construido. Les debía más que su vida, y más que algo material. Les debía su historia, su personalidad y sus peligrosos gustos.